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En nuestro despacho nos resulta insoslayable a día de hoy que la noche de Halloween, la del día 31 de octubre, se ha convertido en un ceremonial entre místico y folclórico que se combina con el silogismo en inglés “Trick-or-Treat” (truco o trato), lo que, en su traducción más literal –respetando siempre que la misma admite diferentes interpretaciones–, vendría a ser “broma o dulce”.

Y claro, este escenario lleno de lados oscuros donde el llamado truco es el concepto de una amenaza o de una broma si no se proporciona una golosina, parece que actualmente se ha barnizado bajo el acrílico del “todo vale”, y a su vez está siendo utilizado –como no podía ser de otra forma–, por las mentes low cost para llevarlo al extremo y cometer delitos.  

En definitiva, Halloween es una fecha propicia para que, aún sin saberlo, sea una fecha idónea para la comisión de delitos.

LAS BROMAS DE MAL GUSTO Y LAS CONSECUENCIAS PENALES

La idea en el imaginario colectivo para este día es que todo fluya con normalidad, que no vaya más allá de una broma original y simpática y que, si se llega a una broma de mal gusto, ésta no tenga consecuencias jurídicas.

Pero la realidad actual es que el virus de estas mentes low cost no sólo habla, sino que, además, le está dando la razón al legislador cuando, en el año 2015, decidió incorporar un tipo delictivo en nuestro Código Penal que está dejando huellas en las todas las comisarías. 

El debate que vertebró el encaje de este nuevo tipo penal, no era otro que castigar las continuas llamadas que en estos días se hacen a modo de “broma” a los servicios de emergencia, policías y bomberos.

En ellas, se informa de ficticios accidentes, de supuestos artefactos explosivos, de ficticios incendios, y de una continua línea de falsas llamadas para movilizar por capricho a los servicios de emergencia que ese día se encuentran prestando servicio para toda la sociedad.  

POSIBLE CONDENA DE PRISIÓN O MULTA

Por ello, si la hegemonía de las bromas esos días alcanza el nivel no esperado dentro de lo que sería jurídicamente justo, nuestro Código Penal castiga en el artículo 561 con una pena de prisión desde tres meses y un día hasta un año, o una pena de multa que puede ir de los tres a los dieciocho meses, a aquellas personas que, en un exceso en sus bromas, o por vanidad en sus actos, cometen estos trágicos acontecimientos, afirmando falsamente o simulando una situación de peligro para la comunidad, que puede implicar el desplazamiento de efectivos a un siniestro al que hay que prestar auxilio, o dicho de otra forma, la movilización de la policía, asistencia (sanitaria, bomberos etc.) o salvamento.

Y es que la verdadera lápida en este tipo de bromas es fingir una situación de peligro.

EXENCION DE RESPONSABILIDAD PENAL PARA MENORES DE 14 AÑOS

Con todo, también es justo reconocer que la onda expansiva del delito mencionado no llega a alcanzar penalmente al “bromista” cuando se trata de un menor de menos de 14 años, ya que con dicha edad quedan exentos de responsabilidad penal, lo cual no hace que esta actitud oscura no tenga ninguna consecuencia. 

Y es que, el gasto de la movilización de los servicios podría repercutirse a los padres del menor, al ser éstos los que deben responder civilmente por él.

Sin embargo, si el menor tiene entre 14 y 18 años en el momento de cometer el delito, tendrá responsabilidad penal, aunque siempre será juzgado en base a la Ley del Menor, que es mucho más beneficiosa. 

¿LA AGRAVANTE DE DISFRAZ?

Y un aviso para navegantes: para los que se tengáis la fluída, ingeniosa o brillante idea, de creer que bajo esta divertida, aunque a su vez peligrosa puja de tradiciones llamada Halloween, ese día os convertís en superhéroes por llevar un disfraz y decidir con vuestras máscaras –que bien podrían ser de “El juego del calamar”, para desfigurar su apariencia– cometer un delito, no debéis olvidar que con este tipo de “trucos”, el delito que cometéis siempre estará bajo la pesadilla de ser condenados con una pena de prisión superior por actuar bajo la agravante de disfraz. 

CONCLUSIÓN

Finalmente, la esperanza seguramente compartida por todos, es que el gaucho matrero, que este día se disfraza de héroe, no se aproveche de las circunstancias para la comisión de delitos, es decir, para cometer un golpe, un atraco, un robo, una agresión sexual, una violación o cualquier otro delito.

Desde luego, celebraremos que el calvario que tienen que sufrir los servicios públicos con los bromistas más maquiavélicos no sólo no quede impune, sino que tampoco nos quite a toda la población las ganas de arrojarnos a la calle a disfrutar de un día tan emocionante como incierto. 

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